Wes Anderson crea un mundo propio entre el cuento mágico y la fábula, con una desconexión total de la realidad (un sello característico del director). La ternura con que Anderson retrata a sus personajes hace que uno acepte sin problemas situaciones y diálogos que en una película convencional serían una estupidez. La familia y la relación disfuncional entre sus miembros es otro aspecto relevante de su cine, como en "Los Tenenbaums: Una familia de genios". Hay espacio en la película para la comedia (hay momentos casi de cine cómico, aquel de Comedy Capers de mi infancia), el amor, el drama y hasta el suspense. Muy destacable la bella fotografía y los dos actores adolescentes, sobre todo Kara Hayward, capaz de irradiar erotismo sin pretenderlo, para deleite de adultos.
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