El realismo trágico, salpicado de humor, de una familia de clase media del medio oeste americano como metáfora de una nación a la deriva, en la que el pueblo no sabe cómo usar la tan cacareada libertad porque anda perdido entre la fascinación por el poder del dinero, las mentiras de la clase política, la ecología y la modernidad; y, por extensión, de la corta historia del mundo en lo poco e intenso que llevamos de siglo.
Jonathan Franzen es llamado el Tolstói de nuestro tiempo, y algo hay en esta novela de la esperanza en la capacidad del ser humano para sobreponerse a las adversidades que el gran autor ruso describe en "Guerra y paz" o "Anna Karénina". La maravillosa prosa de Franzen (magnífica la traducción de Isabel Ferrer) engancha, es adictiva como desde hacía mucho no veíamos.
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