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La película gana en el retrato de los personajes de clase humilde que rodean al protagonista. Al igual que en Gomorra, Matteo Garrone nos pinta el Nápoles más real (de ahí el título tal vez). Pero decae en la descripción del deterioro hacia la locura de Luciano. El final es un tanto decepcionante, o quizás yo no lo entendí del todo.
miércoles, 7 de noviembre de 2012
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